domingo, 30 de enero de 2011

Sobre la narratividad



Cómo se construye una obra narrativa

Antes de narrar una historia, hay

que planear cómo será el relato y cómo queremos contarlo. Hay que tener en cuenta algunos aspectos:

· Hay que definir cuál será la acció

n que vamos a narrar y decidir qué personajes intervendrán. Hay que elegir unos personajes que tengan una personalid

ad, una forma de ser y obrar. Hay que pensar bien la relación entre los personajes. Pueden ser compañeros, rivales, muy amigos...

· Hay que organizar la historia en partes: acontecimiento inicial o planteamiento, reacción ;acción o nudo y solución o desenlace.

· Hay que situar la acción en el espacio y en el tiempo. Es importante dar detalles concretos para que la historia p

arezca real e interesante.

· Hay que precisar cómo se narrará la historia; cuál será la posición del narrador (primera o tercera persona) y que tiempo verbal predominará en la narración (presente o pasado).

Al escribir una historia es conveniente intercalar descripciones y diálogos en la narración. Las descripciones permiten contar detalladamente cómo son los personajes, los objetos, el ambiente... Los diálogos permiten conocer a los personajes a través de sus palabras y dan viveza a la narración.



LA SEMIÓTICA


La palabra semiótica proviene del griego (semeion) que significaba signo. Se trata, entonces, de la ciencia que estudia los sistemas de signos. También se la suele llamar semiología, aunque no existe un consenso total entre los estudiosos acerca de si los términos semiótica y semiología han de ser equivalentes. Aun así, suele pensarse que la semiología se puede situar por encima de la semiótica, de forma que un estudio semiológico habría de incluir a la semiótica para el estudio de los signos no lingüísticos y a la semántica para el estudio de los signos lingüísticos. Visto desde esta perspectiva piramidal, la semiología incluiría en un segundo nivel a la semiótica y ésta incluirá, a su vez, en un tercer nivel, a la semántica, que podríamos entender como la parte de la semiótica que se encarga del estudio de los significantes y los significados.

El primero en utilizar el término fue el filósofo John Locke, quien lo incorporó al discurso filosófico para abarcar una de las tres ramas de la ciencia: en concreto, la doctrina de los signos, que él identificó con la lógica. En su acepción actual, la semiótica fue definida de forma paralela e independiente por curioso que parezca por el filósofo americano Ch. S. Peirce y el lingüista suizo Ferdinand de Saussure. Para Saussure, la semiótica o semiología es una “ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social” y él postulaba que esta ciencia era absolutamente necesaria para poder fundamentar la lingüística, que, en su concepción, no sería más que una parte de esta ciencia general.

Para el americano Peirce, la semiótica es “una doctrina casi necesaria y formal de los signos”, el marco propuesto para una teoría general del conocimiento. Extraordinario ha sido, desde que estos dos autores hicieran sus primeros postulados, el desarrollo de la semiótica a lo largo de este siglo.

Dado que esta disciplina cuenta con un carácter puramente extensivo pues todo es signo y en consecuencia, todo puede someterse a un análisis semiológico hemos de distinguir entre algunos tipos de estudios:

1) semiótica teórica, la que se encarga de definir los conceptos básicos de “signo” y sistema.

2) semiótica descriptiva, la que analiza, segmenta, y clasifica las situaciones comunicativas, tanto lingüísticas como no lingüísticas.

3) semiótica aplicada a cualquier ámbito de comunicación: el cine, la biología, el folklore, la publicidad, la literatura, entre otras.

Al estudio del universo del signo, verbal y no verbal, y de su interpretación en ámbitos muy diversos se han dedicado destacados semiotistas como Roland Barthes, Claude Lévi-Strauss, Julia Kristeva y Umberto Eco, entre otros.

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